La Verdad. Sábado 21 de marzo de 2009.

Pepe Yagües: «Simplemente, el erotismo

es energía»

El artista Pepe Yagües posa en su taller, rodeado de algunas de sus figuras. / LV

El escultor presenta en la Galería La Aurora de Murcia su exposición

denominada 'Apotropaico' 

PEDRO SOLER 

-En sus obras es evidente la diversidad de formas, de conceptos, de modos de trabajar. ¿Hay una razón concreta para esto? 

-Simplemente, en que yo llevo como varias líneas de trabajo, y, luego, porque me divierte hacer las cosas así. Según la idea que tengo de lo que voy a realizar, entre varios lenguajes siempre hay alguno que se adapta mejor. Por esto, unas veces, se trata de una talla en madera; otras, de lo que yo llamo dibujos en el aire, a base de pletinas, como hacer un poco el perímetro del volumen. En otras ocasiones me apetece más que la obra tenga movimiento, que sea interactiva o que haya un contraste entre materiales que son muy efímeros con otros que lo son menos. Es un modo de jugar con los materiales. Se trata de transmitir sensanciones, además de ideas. También por eso, a veces, uso poliespán en un recipiente de latón, como si se diese un choque de diversos materiales, que me parece que puede ser bonito, además de interesante.

-Puede ser bonito o interesante en el sentido de que no se constriñe a una serie de ideas; pero también habrá quien piense que usted no se aclara con lo que quiere hacer. 

-No es así. Llevo la mitad de mi vida haciendo exposiciones, y mi línea ha sido ésta desde el princio. Otra cosa es que sólo se haya visto una exposición mía y, sí, haya quien piense que sigo muchas líneas. En las más de cincuenta exposiciones que he hecho, he trabajado como ahora y como desde el principio. Son varios lenguajes que sigo desarrollando. Yo le veo unidad a mi obra, pero como, actualmente, existe la tendencia a hacer una exposición, más o menos igual... Los poperos han sido los culpables, porque hacían veinte Marilyn con una pequeña variación... Todo prácticamente igual. Esto me parece muy aburrido.

-O sea, que le gusta huir de la monotonía. 

-Claro, pero, además, es que yo trabajo para divertirme, y, para conseguirlo, tengo que variar de técnica. Si yo sólo tallo madera, al final me puede resultar poco monótono.

-¿Y no le resulta monótona la presencia del minotauro, como una constante en sus obras? 

-Mire: el primer grabado que hice yo en mi vida, cuando tenía diecisiete años, fue un minotauro, pero sin haber visto los de Picasso. Él los recreó y les dio fama, pero el minotauro lleva milenios existiendo. En el jardín cerca del Museo del Louvre vi una talla en mármol preciosa de un minotauro, realizado por un escultor desconocido. El minotauro más impresionante que he visto en mi vida. Para mí, el minotauro es la simbiosis perfecta de lo que es la esencia humana, en sus facetas racional y animal.

-Otra cuestión siempre presente en muchas de sus obras es el aspecto erótico. ¿Cuál es su razón de ser? 

-Simplemente, en que el erotismo es energía, y yo procuro que lo que hago transmita energía positiva. Yo no veo erotismo frívolo en lo que hago, aunque a unos pocos o a muchos les pueda parecer. El simple hecho del desnudo también puede resultar erótico para muchas personas. Hago esto desde el punto de vista positivo, como un erotismo cargado de humor, sin violaciones como hacía Picasso, algo que me parece de un incorrecto repugnante. Y nadie ha dicho nada, porque era Picasso.

-Pero, a lo peor, lo que usted plantea como erotismo de humor para muchos será algo pecaminoso. 

-Yo creo que cuando un cuerpo está desnudo es más intemporal; si se viste, lo estás ciñendo a una época. Tengo cuarenta años, y he vivido el final de la dictadura, un sistema político en el que se hizo mucho hincapié en que el sexo es pecado, y todas esas historias. Entiendo que a las generaciones precedentes, que han vivido esa represión, les choque este modo mío de interpretar las cosas. Lo único que yo reivindico es lo natural, y no el erotismo como algo lascivo. Yo soy nudistas y hago nudismo aquí, en la playa... Me niego a bañarme con bañador.

-Otra cosa llamativa son los nombres que le coloca a las exposiciones o a las obras. 

-Procuro poner un título genérico, que pueda abarcar al mayor número posible de obras. Esto tiene sus complicaciones, porque, quizá, algunas de las obras que he hecho tiene que quedarse fuera, porque no cuadran con ese título genérico.

-Digo que, a veces, hay que dar muchas vueltas a un título, para entender qué quiere decir. 

-Es que me gusta incitar a la reflexión. Sucede que muchas obras de arte solo aportan una textura y no te hacen pensar en algo más. En las obras clásicas, hay una composición, unas texturas, y siempre, detrás, una historia, algo que te invita a reflexionar. Rubens pintó unas formas, pero detrás de esas formas había una historia, un mito. No se trataba sólo de unos colores, de unas manchas muy bonitas, como hacían los impresionistas, pero detrás de las cuales no hay historia alguna. Yo le digo que si se coloca un título ambiguo, al espectador lo estás invitando todavía a algo más que a la simple contemplación de una obra.

-Lleva media vida dedicado al arte. ¿Lo ha conseguido todo? 

-He conseguido, de modo especial, la satisfacción que me produce mi obra, porque que me gusta mucho. La tengo presente en cualquier rincón de mi casa. Cuando hago una exposición muy amplia y me tengo que llevar todas mi obras, estoy deseando que vuelvan, porque me hacen compañía. Como me lo paso bien haciéndolas... Es como cuando quitas las macetas del jardín, que nos parecen como pequeños seres vivientes que te acompañan. Quiero tener lo que hago cerca de mí.

-¿Tanto cariño recibe? 

-Sí, porque las contemplo durante tiempo. Yo hago las esculturas de una en una. Es lo mejor. Estoy dándoles vueltas y más vueltas, pero cuando digo que está terminada, ya no hay marcha atrás.

-¿Ha encontrado muchas dificultades en su carrera? 

-La mayor dificultad es vivir de esto, y yo llevo quince años consiguiéndolo. Y las perspectivas son buenas. No pienso en otras cosas, ni en premios, por ejemplo. Trabajo pensando en mí, en quedarme lo que yo hago, porque soy muy egoísta. Lo que sucede es que salen exposiciones y hay que vender.

-Y cuando vende una obra, ¿le da por llorar, le aflige el dolor...? 

-Le diré que, al principio, me daba mucha pena. Lo que sucede también es que, luego, cualquiera que te haya comprado, te invita a que vayas a su casa, para que yo vea esa obra que me compró. O sea, que puedo seguir viendo esas obras mías, si quiero. Es muy emocionante. Es como encontrarte con alguien a quien quieres y no has visto desde hace un montón de años. A veces, hasta se me olvidan, porque hago tantas cosas....

-Hace tantas cosas, ¿porque le resulta fácil, porque trabaja mucho...? 

-Yo es que soy muy productivo.

-¿Y le es más fácil la madera, el metal, el grabado...? 

-Estoy agusto con todo, pero también me gusta ir alternando. Si termino una pletina, luego quiero hacer una o dos tallas. Ir variando es también más divertido. Hago pletinas en latón, en cobre, o en acero inoxidable, O meto poliespán, agua... Es cuestión de ir jugando.

-¿Mentalmente también es muy productivo? 

-A mí me van surgiendo las cosas de forma espontánea. Ni me dedico a pensarlas. Me vienen y las apunto. Tengo blocs con anotaciones hechas, que pueden servirme para estar trabajando varios años, sin tener que pensar en otra cosas. Me vienen las ideas o un título, y me digo que esa idea o ese título necesitan una obra. O sea, que me viene el título antes que la obra. Yo creo en la motivación de las palabras, aunque estén infravaloradas. A través de las palabras se puede ver si una persona está bien o mal educada y distinguir entre una buena persona y un criminal, aunque parezca una tontería. A las palabras les doy mucha importancia y, de hecho, me he basado muchísimas veces en versos, no en un poema entero. Puedes encontrar miles de imágenes en un verso de García Lorca, de Miguel Hernández...

-¿La última idea que le ha llegado a través de una palabra? 

-Le voy a decir qué obra llevo entre manos: Las Moninas. Con motivo del aniversario de Darwin y de que el año próximo se cumple el 350 aniversario de la muerte de Velázquez, estoy haciendo una serie de composiciones en las que también aparece un minotauro... Es un montón de juegos de palabras con una persona que era alemana, pero que va a ser alemona... Es una obra que se va a poder abrir, y cada parte lleva su título, su frase... Me he basado un poco en los personajes históricos que componen Las meninas y...

-¿Se atreve a criticar a través de sus obras a los grandes maestros? 

-Bueno.... En la obra que estoy preparando, la Cruz de la Orden de Santiago que luce Velázquez en Las Meninas está hecha con las letras de snob, palabra de etimología inglesa. Los snobs eran quienes no pertenecían a familias nobles. La mayor obsesión de Velázquez no era pintar, sino pertenecer a la Orden de Santiago, algo que le concedieron dos años de antes de morir.

-¿No le da bochorno criticar a Veláquez? 

-No. Si toda la energía que dedicó a ser noble la hubiese dedicado a pintar, tendríamos un patrimonio incalculable; en vez de noventa cuadros, trescientos o cuatrocientos. Él fue nombrado aposentador de palacio, o sea que un genio como él tenía que preocuparse de servir la leña. No era consciente de su importancia.

Cualquiera -sobre todo, si no es ducho en cuestiones arqueológicas- puede pasarse el tiempo indagando qué quiere decir Apotropaico, que así ha bautizado Pepe Yagües la exposición que actuamente presenta en la Galería La Aurora. Y sucede que tal palabra, por enrevesada que parezca, no es más que un modo de definir los objetos y esculturas a los que nuestros antepasados -desde los romanos a los aztecas, pasando por los chinos- recurrían, como símbolos proteccionistas de sus hogares. Así que de las manos del escultor han surgido singulares gallos, cabras, cerdos, caballos..., que quieren demostrar su función bienhechora. Y junto a ellos, desnudos femeninos y masculinos, adornados con toques claramente eróticos, que el autor mantiene desde sus principios.

«Trabajo para divertirme; y para conseguirlo, tengo que variar de técnica» 

«Para mí, el Minotauro es la simbiosis perfecta de la esencia humana» 

«Las violaciones que pintaba Picasso me parecen repugnantes» 

«Me surgen los temas de modo espontáneo. No me dedico a pensarlos» 

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